LLTV: Los tres libros más importantes que hayas leído o que
mayormente te constituyeron como persona.
MM: el
primer libro que leí completo, Cuentos
universales, y todavía lo tengo (mi tesoro, mi objeto más antiguo, mi
reliquia personal); Rayuela (pero antes
los cuentos, menciono este solo para unificar mi amor por Cortázar); y Poesía reunida de Arnaldo Calveyra
(tanto amé ese libro que el verano que por fin lo tuve lo leí completo dos
veces, en una playa de Punta Mogotes).
LLTV: ¿Último libro
que leíste?
MM:
el último que leí fue Haiku-do: el haiku
como camino espiritual. Nunca me había acercado al género en profundidad,
solo había leído algunos sueltos por aquí y por allá. Este libro analiza haikus
de los autores más emblemáticos (Basho, Issa, Buson y muchos más) y enseña a
pensar la composición, el ritmo, las posibilidades según cómo se traduzca. Es
precioso, para aprender y además me sirvió para largarme a escribir algunitos,
muy descaradamente.
LLTV: ¿Qué libro te marcó algo
para siempre y por qué?
MM:
voy a mencionar dos, uno de infancia y uno de vida adulta. El de infancia es Mujercitas; el libro era de mi mamá y lo
conservo (este es, en realidad mi objeto libro más antiguo, solo que heredado),
está amarillo, perdió una tapa y yo lo adoro. Por supuesto, mi personaje
favorito era Josephine March, Jo, que era escritora. Esta es mi edición amada
(PD: pregunté el precio de la última edición, que se publicó hace unos años
“sin censura”. Imposible…).
El
otro libro es La insoportable levedad del
ser, de Milan Kundera. Cuando lo leí por primera vez (después vinieron
varias más, marcas de lápiz, lágrimas, papelitos dejados adentro, boletos,
etc.), no podía creer lo que el autor hacía (después supe, con los años, que
ese procedimiento tenía que ver con el metalenguaje, la metaficción): Kundera
me metía de cabeza en la historia, en los personajes, en el contexto histórico,
en los parlamentos amorosos, terribles y poéticos, de los protagonistas; y de
pronto, zaz, te sacudía con “el personaje de Teresa nació de un dolor de
estómago”. Y yo me quedaba con más preguntas que respuestas, azorada ante ese
vértigo, esa mezcla de voz narradora, voz autoral, voz de personajes, en fin…
una locura en la que me vi inmersa en mis veintipico.
LLTV: ¿En qué circunstancias lo escribís?
MM: Escribo
todos los días. Casi todos mis textos empiezan en un grupo de whatsapp que
tengo conmigo misma y después pasan, con el tiempo, a un Word. Pero todo o casi
todo surge ahí. Algo me dispara una imagen, o me atormenta, o escucho unas
palabras que me parecen un verso, ahí va, lo anoto; poemas que nacen
súbitamente y parecería que nacen hechos, ahí van; poemas que trabajo muchísimo
y tengo varias versiones, también. Recuerdos de infancia, memorias surtidas, a
la bolsa. Y los sueños, suelo tener sueños profusos y súper interesantes (eso
dicen mi terapeuta y mis compañeros escritores).
A
veces pasa (muy seguido) que me olvido de hacer la migración de algunos textos
a la prolijidad y la tranquilidad del documento en la PC. Y un día me pongo a
revisar y descubro poemas que no recuerdo haber escrito y me dijo: ¡guau, qué
lindo esto!, o ¡qué porquería! Lo importante es no tomarme tan en serio,
ninguna de las dos veces.
LLTV: ¿A qué personaje
de qué libro invitarías a tomar un café, y por qué?
MM: Hace poco leí un libro increíble, En la
tierra somos fugazmente grandiosos, de un poeta llamado Ocean Vuong. El
libro es una novela, a mí me gustan mucho las novelas escritas por poetas.
Quisiera charlar con todos los personajes. En este momento, elijo a la abuela
Lan, que un día le dice a su nieto: “Si te caes, cortaré la alambrada los
dientes y te salvaré”. Más que invitarla a tomar un café la invitaría a caminar
por el costado de algún río, después la abrazaría y al final, le pediría que
también me salve a mí.
LLTV: ¿A qué personaje
de qué libro invitarías a comer en tu casa dispuesto a divertirte y pasar un
buen momento?
MM: Invitaría a algún personaje de las obras de teatro de Alejandro Casona, tan
amadas por mí en mi adolescencia. Elegiría tal vez a las tías solteronas de La tercera palabra, Angelina y Matilde,
dos mujeres divertidas, locas, hermosas.
LLTV:
¿Recordás qué libro le generó muchísima expectativa y le defraudó en la misma o
mayor proporción?
MM: En
este momento recuerdo que todo el mundo me recomendaba Kentuckis, la novela de Samanta Schweblin, y la leí con gran
expectativa porque es una autora a la que admiro y sus cuentos me habían
fascinado. Bueno, la novela no está mal escrita, el tema es buenísimo, pero no
me dejó nada que me sacudiera los cimientos (en el fondo, siempre estoy
esperando eso).
LLTV: ¿Tenés escritores que puedan llamarse referentes para
vos?
MM:
José Watanabe, Arnaldo Calveyra, Cortázar, Estela Figueroa, Adelia Prado,
Marosa Di Giorgio. Vuelvo a ellos, una y otra vez.
LLTV: ¿Qué cosa es lo que más te sorprende de la
humanidad?
MM: me
sorprende en igual medida la capacidad de hundirse en el barro y la capacidad
de levantarse del barro.
LLTV: Hablamos de tu nuevo libro “Curar de Palabra”. Cómo
se puede conseguir y contamos con qué se va a encontrar el lector
MM:
Los primeros tres meses del primer año de pandemia escribí un diario,
minuciosamente; eso duró cien días. Al finalizar, empecé a escribir estos
poemas, que después reuní en Curar de
palabra y mandé el libro terminado a una convocatoria de El Andamio Ediciones (que es una
editorial de San Juan); lo eligieron y salió como parte de la colección 2021 de
la editorial; todo el proceso fue una gran felicidad: ver las pruebas, las
ideas de tapa, el texto de contratapa que escribió Márgara Averbach, los días
corrigiendo junto con Damián López (que es el titular de El Andamio). Para conseguirlo deben comunicarse él; lo comercializa
en ferias y mediante envíos. De todos
modos, mi corazón sueña presentarlo en marzo o en abril, presencial y a todo
trapo, como decía mi abuelita.
LLTV: ¿Querés compartir algún poema del libro?
MM: Van
dos cortitos:
armadillos
cuenquitos
de peltre
amontonados
alrededor de la madre
los cachorros apartan
las capas de piedra
para llegar al alimento
puedo
(acaso pueda)
imaginar los gestos
del amor y del instinto
la
madre
abre con ternura
su casco labrado
los
hijos cortan el aire
el espacio imposible
entre armaduras
y comen
con el impulso natural
con que vienen al mundo
las criaturas
que han nacido armadas
uñitas
todas las madres cortan
uñitas de bebé
al principio con los dientes
para no acercar tijeras
a sus hijos
después con alicates
que toman con leve temor
cuando terminan
las madres contemplan
las uñas esparcidas
sobre telas de colores
y ven piedras preciosas
una luna menguante
el centro luminoso
de la bandera de Túnez
un instrumento de relojería
el delicado fragmento de un compás
afilado, afiladísimo
constelaciones que irán a la basura
solo el amor puede ver lo sagrado
la belleza de los desechos
LLTV: ¿Se puede contar cuáles son los planes para el 2022?
MM:
en estos meses va a salir otro libro de poemas, Las casas, por Peces de Ciudad. Estoy muy contenta con esto, es un
libro largamente trabajado, al que quiero mucho, y tenía muchísimos deseos de
publicarlo. A Sole Blanco, que es quien lleva adelante Peces…, le gustó y creyó en él, así que pronto lo tendremos.
Permitime pegar un saltito de alegría. Listo.
Por
otro lado, sigo coordinando mis talleres de escritura y algunos otros
encuentros poéticos; con dos de los grupos estamos editando una antología que
va a salir en estos meses; también voy a ser jurado de un certamen de poesía,
el de Años Luz Ediciones (junto con Leticia Hernando y Gabriela Yocco).
Además,
este año voy a dar clases de lengua y literatura en un bachillerato popular,
que es una modalidad de secundaria de adultos (nacida allá por el 2001, por eso
muchas funcionan en fábricas recuperadas, en sociedades de fomento, mutuales,
etc). Estoy muy feliz porque hace mucho tiempo que deseo dar clases en el nivel
adultos.
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